"Así se falsificó papel moneda durante la revolución"
Por: Jesús Amin Tejas Carrera, Delegado de Publicaciones
Cuando uno comienza a coleccionar lo hace a veces sin la más mínima instrucción: Hay disponible algo que te llena el ojo, ves que si te alcanza y listo, ¡lo compras!
Una vez que ya está en tus manos, puedes decir "lo tengo"..., contemplarlo un poco y ponerlo en algún lugar donde se vea bonito (la egoteca le dicen algunos).
A veces ni siquiera nos preguntamos por el origen o si el precio que hemos pagado es "el adecuado". Solo acumulamos.
Pues bien, hay un montón de artículos falsos en el mercado, fantasías también que se ven por todos lados, unas más caras que otras. De algunas es de público conocimiento el origen, como las fantasías de Tlaquepaque, por mencionar algunas que son relativamente modernas; de otras hay someros estudios o pesquisas antañas realizadas por algún numismático de los de antes, esos que nos dejaron su legado en viejos boletines y hojas sueltas repartidas por aquí y por allá con información que ellos tuvieron en su momento pero, pocos son los testimonios directos con imágenes y fechas que nos muestran qué implicaba eso de la falsificación en tiempos de guerra, protagonizada en este ocasión por un Coronel.
A continuación me permito compartir un reportaje capturado en el tiempo en imágenes, donde se narra el último día de un falsario de cartones revolucionarios, que fue aprehendido por habérsele sorprendido con papel moneda apócrifo:
El Coronel Lobo Guerrero
"Las ganancias fáciles y las riquezas repentinas obsesionaron a muchas personas entre las que era fácil encontrar desde el humilde obrero, individuos de la clase media y aún algunos miembros del Ejército Revolucionario entregados a La peligrosa tarea de falsificar "billetes y cartones", papel moneda en circulación de esta época.
Pero la ley del 25 de enero de 1862 que se encontraba en vigor fue aplicada inflexiblemente en esta ocasión. Tribunales especiales fueron creados al efecto para aplicar a los delincuentes la última pena.
A mediados del año de 1915, en el puerto de Veracruz, un Coronel llamado Maximiliano Lobo Guerrero fue fusilado por falsificador de billetes.
El general Francisco L. Urquizo dice en su libro: "Recuerdo que... agentes de la primera jefatura descubrieron una banda de falsificadores de papel-moneda, algunos militares estaban complicados en el sucio negocio y logró echárseles mano a un Coronel de apellido Lobo Guerrero. Estaba convicto del delito y fue juzgado por un Consejo de Guerra extraordinario que lo condenó a la última pena.
Pidió una buena cena, una botella de coñac [y] cigarros; apenas si durmió durante su última noche. Encontró al alcance de su mano el sello del comandante de la guardia y largas horas estuvo estampandolo repetidas veces en su pecho desnudo, sobre el corazón,... cuando amaneció fue sacado de la capilla y colocado entre la escolta que había de conducirlo al suplicio. Iba tranquilo, animoso, caminando ligero como si no fuera marchando a encontrar la muerte..., se repuso un poco, tiro el puro casi apagado que mordisqueaba nervioso, se abrió con violencia, con ambas manos, la camisa mostrando el pecho desnudo y embadurnado de tinta morada hacia el lado del corazón, se irguió arrogante y dijo de prisa, como quien teme no contar con el tiempo suficiente para hacerlo, como quien desea anhelosamente salir de un propósito largo tiempo incubado.
-¡VENGAN LAS BALAS!
Sonó la descarga y rodó el hombre ensangrentado junto al madero podrido y encima del cangrejo verdoso que le atemorizaba momentos antes."
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